¡Larga vida al death metal! Entre sus mutaciones y variantes, nos atrae especialmente la que se abraza sin tapujos al rock progresivo de los 70 y al acid jazz. El resultado es una deliciosa complejidad añadida, múltiples cambios de ritmo, toneladas de matices por descubrir a cada escucha y momentos de improvisación como lo hacían los maestros del jazz y de la guitarra progresiva.