Descubierto casualmente mientras cantaba en la ducha, Villazón alcanzó la fama internacional rápidamente y obtuvo ya con sus primeras grabaciones (sobre todo de arias francesas) elogiosas críticas. Su curiosidad musical lo llevó de Puccini y Verdi a Mozart y Tchaikovsky, hasta que sus problemas de salud lo forzaron a descansar y aflojar el ritmo. Una vez recuperado, grabó los libretos de Lorenzo da Ponte de las grandes óperas de Mozart, haciendo gala de una elegancia y un estilo únicos. Actualmente mantiene un amplio repertorio y gira con frecuencia para deleite de sus numerosos seguidores.