Una de las figuras más recordadas del funk de finales del siglo pasado es, sin lugar a dudas, la de Rick James. El neoyorquino revolucionó el panorama musical en solitario en los años 70. Antes, el hiperactivo artista había pasado por innumerables formaciones en las que perfeccionó su estilo y se curtió como efectivo letrista. Su éxito le valió para firmar por el prestigioso sello Motown, con el que vivió su época dorada. James publicaba de forma frenética un disco al año. Álbumes repletos de bajos contundentes, gozosos sintetizadores y riffs que enganchaban desde las primeras notas.