Niño prodigio, con solo cinco años Richard Bona ya tocaba diversos instrumentos africanos en celebraciones de su pueblo natal en Camerún. Su amor por el jazz y por la música de Jaco Pastorius lo llevaron a decantarse por el bajo, un instrumento que comenzó tocando en París junto a músicos como Manu Dibango o Salif Keita. Convertido en uno de los grandes bajistas de la escena mundial, Bona nunca ha abandonado sus raíces y continúa introduciendo detalles africanos en sus temas de jazz, abiertos también a la influencia de estilos como el funk, el soul o la música clásica.