En abril de 1994, Oasis entró por la puerta grande del recién nacido britpop con “Supersonic”, un debut al que siguieron canciones memorables y un carisma belicoso que sacudió la escena con la fuerza de un ciclón. El rock de guitarras británico no volvería a ser el mismo después de que el quinteto de Manchester cambiase su lenguaje a lo largo de 15 turbulentos años de carrera. Entre las cejas arqueadas y las ambiciones artísticas de sus contemporáneos, los hermanos Gallagher irrumpieron con un sonido crudo y directo marcado por baterías adrenalínicas, riffs desbocados y orgullo de clase trabajadora. Aun así, su arrogancia hubiese servido de poco de no ser por el oído de Noel Gallagher. Especialmente durante su periodo mágico a mediados de los 90, el compositor principal de Oasis encontró melodías que prácticamente te obligan a cantar hasta perder la voz, unas veces con el contoneo fanfarrón del glam rock y otras surgidas del manantial que encontraron Lennon y McCartney.