De todas las voces clásicas del soul, la de Al Green fue la más versátil: no solo firmó un puñado de canciones de seda que han sido decisivas para la evolución de artistas posteriores como D'Angelo, John Legend o Terence Trent D'Arby, sino que además no tuvo problemas en acercarse al lenguaje más flexible del rock, dejando su sello en genios como Prince o Jeff Buckley.