Karajan dirigió la Filarmónica de Berlín desde 1955 hasta su muerte en 1989, creando una de las "marcas" más poderosas y exitosas de la música clásica. Su repertorio era enorme y abarcaba desde el Barroco hasta la música moderna, aunque se centraba especialmente en el Romanticismo (sus Bruckner y Strauss eran magníficos). Grabó multitud de obras clave, empleando siempre la tecnología más puntera, desde el estéreo a lo digital, pasando por el vídeo. Vendió millones de discos y atrajo a una enorme audiencia mundial gracias al control férreo que ejercía sobre su imagen y a un elaborado marketing.