Hacia 1984 parecía evidente que la fórmula del éxito residía lejos de las guitarras: los nuevos románticos, los profetas de la new wave y los devaneos experimentales con electrónica y sintetizadores copaban las listas de éxitos. Simple Minds, New Order o Depeche Mode demostraron que la era de las seis cuerdas quedaba atrás. Era hora de evadirse y de ponerse a bailar.