Unos acordes que provocan un infalible movimiento de caderas. No hay nada como unas notas de la salsa más irresistible para ponerse en pie y comenzar a bailar. Esta mezcla de sonidos africanos y caribeños junto con un innegable toque de jazz ha recorrido el mundo, desde La Habana hasta a Nueva York pasando por la República Dominicana y Europa. El eje de su música radica en su patrón sonoro, la llamada clave de son, que es común a la rumba y la salsa. En los años 60 el compositor dominicano Johnny Pacheco fundó el sello que revolucionó la salsa, la discográfica Fania que, desde el neoyorkino barrio de Harlem, denominó la salsa como esa burbujeante mezcla de mambo, chachachá, montuno y jazz latino. Sus artistas Héctor Lavoe o Ray Barretto llegarían a lo más alto aunque la posición de honor la tendría la gran Celia Cruz como símbolo de la salsa cubana en todo el mundo. Con el percusionista Tito Puentes y el compositor panameño Rubén Blades, la salsa llegaría a su edad de oro en los 60, extendiéndose por países como Colombia, Venezuela y Panamá, y manteniéndose constante hasta su segundo renacer en los 90.La nueva discográfica RMM Records tuvo un papel preponderante en la consolidación del género, con el surgimiento de figuras como Marc Anthony o DLG añadiendo nuevas cualidades vocales de RnB. Pero no es la salsa el único sonido latino que es capaz de atrapar al público, la bachata dominicana con su percusión característica y su estilo de blues también ha traspasado fronteras de la mano de artistas como Juan Luis Guerra, así como el vallenato ha encontrado una nueva forma de expresión con el artista Carlos Vives, quien ha mezclado este género genuinamente colombiano con la cumbia, el pop y el rock.