Creció viendo cantar a grandes figuras del flamenco como Rancapino, Chano Lobato o Aurora Vargas, se subió a un escenario por primera vez a los ocho años, y el mismísimo Camarón se fijó en ella a los 12. Artista precoz comprometida tanto con sus raíces como con su afán de explorar nuevos territorios, Niña Pastori (Cádiz, 1978) ha logrado afianzar un sello personalísimo en el mundo del flamenco y se ha consolidado como una de las figuras más reconocidas del género. Si algo tiene claro la gaditana es que cualquier tipo de música es susceptible de cambiar, de ser renovada, y por eso no deja de experimentar en cada nuevo proyecto, aunando siempre la fidelidad a sus orígenes con las nuevas tendencias en el ámbito musical. 25 años sobre los escenarios dan para mucho: para acumular premios y discos de oro, colaborar con artistas de la talla de Miguel Poveda, ROSALÍA, Antonio Orozco o Pastora Soler y ver con orgullo cómo a los fans que la siguen desde sus inicios se han ido sumando nuevas generaciones. La pureza de su voz, una pasión sin igual a la hora de interpretar cualquier tema y el profundo amor que profesa a su oficio han hecho de ella una artista singular cuyo nombre figura, sin duda, entre las estrellas del flamenco contemporáneo.