Desde que grabó su primer álbum de piano solo en 1996, Ludovico Einaudi ha convertido en seña de identidad una concisión pop que explica por qué es uno de los artistas clásicos más escuchados del siglo XXI. Nacido en Turín en 1955, el pianista y compositor estudió con el influyente Luciano Berio en el Conservatorio de Milán. Cuando fue invitado al Tanglewood Music Festival en 1982, descubrió el minimalismo estadounidense, cuya desnudez sonora ejerció un influjo decisivo en su propia estética. Tras pasar buena parte de la década escribiendo partituras para la danza, comenzó a interesarse por el estudio como espacio creativo. Su música conservaba la misma esencia melódica y reflexiva, pero con una paleta sonora en la que también caben el duduk doliente del armenio Djivan Gasparyan o la electrónica de Robert Lippok. Durante un viaje a Mali a comienzos del milenio, descubrió las estructuras cíclicas de la música africana, cuya ascendencia es evidente en Diario Mali, su colaboración con el virtuoso de la kora Ballaké Sissoko de 2003. Los proyectos en solitario que forman la parte central de su discografía reciente van de los largos paseos que documentan las siete piezas de Seven Days Walking a la introspección pandémica de 12 Songs From Home.