La fama internacional de Isaac Albéniz se debe principalmente a Iberia, uno de los grandes clásicos del repertorio para piano. Nacido en el pueblo catalán de Camprodon en 1860, fue un prodigio del piano y dio su primer concierto con tan solo cuatro años. Ya en la veintena, se instaló en Madrid y recorrió Europa con sus conciertos antes de establecerse en París en 1894. La tradición folclórica española y los sonidos inspirados por la guitarra distinguen sus numerosas piezas para piano que muestran una sorprendente individualidad, como Asturias (1892) o Córdoba (1898). En las óperas Pepita Jiménez (1895, revisada en 1904) y Henry Clifford (1893-95) colaboró con Francis Money-Coutts, el banquero y poeta inglés que escribió sus libretos. En 1905 comenzó a trabajar en Iberia, un ciclo a gran escala de doce piezas para piano divididas en cuatro libros que exploran los sonidos, la personalidad y las danzas populares de diferentes regiones españolas. Murió de insuficiencia renal en 1909, cuando estaba escribiendo Navarra para un quinto libro que nunca terminaría.