Conocido con el sobrenombre de Papá Haydn durante su larga vida, Joseph Haydn recibió en el siglo XIX el título de padre de la sinfonía (que en realidad no había inventado) y del cuarteto de cuerda (que probablemente sí inventó). Sin embargo, estos términos familiares subestiman un intelecto inquisitivo, su vivaz sentido del humor y una productividad asombrosa. Haydn nació en 1732 en Rohrau, al este de Viena, y trabajó durante medio siglo para una familia aristocrática, aislado en su palacio de la campiña húngara. En sus propias palabras, “tuvo que volverse original” e interpretó no solo sinfonías y cuartetos, sino también sonatas, tríos y otros géneros de la época con un rigor compositivo y una variedad expresiva que inspiraron a su joven amigo Mozart, su aún más joven pupilo Beethoven y a otros muchos compositores. Escribió 12 de sus 106 sinfonías en Londres en la década de 1790. Después, durante sus últimos años en Viena, coronó su obra con seis grandes misas para la onomástica de su princesa y dos oratorios, La creación y Las estaciones, que reinventan las monumentales corales de Handel para un nuevo siglo.