Sus inolvidables interpretaciones, tanto en la gran pantalla como en los surcos de su amplísima discografía, hicieron de Francis Albert Sinatra uno de los grandes iconos de la cultura popular del siglo XX. Poseedor de una voz prodigiosa y un carisma inigualable, Sinatra supo mantener intacto su atractivo a lo largo de más de seis décadas, marcando tendencia o adaptándose a los tiempos según la ocasión lo requiriese. Su carrera profesional arrancó en plena era dorada del swing como cantante en las orquestas de Harry Arden, Harry James y Tommy Dorsey, junto al cual logró su primer número uno en 1940 con “I’ll Never Smile Again”. Dos años después inició una trayectoria en solitario que no tardó en consolidarlo como ídolo adolescente. El show de Frank Sinatra, programa que se mantuvo en antena durante catorce años, lo convirtió en todo un fenómeno radiofónico pocos años antes de trasladarse a Las Vegas, ciudad en la que formó parte junto a Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford y Joey Bishop del mítico Rat Pack. Tras ganar el Oscar como mejor actor de reparto por De aquí a la eternidad, en 1953 fichó por Capitol, sello con el que publicó quince álbumes unánimemente señalados como lo mejor de su producción musical. Aprovechando las posibilidades que ofrecía el LP, formato novedoso en aquellos años, Sinatra dio forma a ambiciosos álbumes conceptuales y temáticos como In the Wee Small Hours (1955), Frank Sinatra Sings for Only the Lonely (1958) o Come Dance With Me! (1959). En 1961 fundó su propia discográfica, Reprise Records, con la cual publicó una ecléctica serie de trabajos en los que abordó desde el jazz y la bossa nova hasta el pop, género liderado por cuatro chavales de Liverpool que comenzaban a amenazar su hegemonía como ídolo de masas. “New York, New York”, editado en 1980, fue el último gran éxito de un artista que, pese a los estragos de la edad en su voz, siguió ofreciendo grandes conciertos hasta sus últimos días. Sinatra falleció en Hollywood a los 82 años en 1998.