“La vida real es curiosa, ¿sabes?”, escribía Taylor Swift en las notas de Speak Now (2010), su tercer álbum y también el tercero que vuelve a grabar como parte de un ambicioso esfuerzo por recuperar sus cintas maestras originales. “Hay un momento para el silencio, y hay un momento en el que te toca ser paciente. Pero si sabes cómo te sientes, y tienes claro lo que necesitas decir, te darás cuenta”. La artista tenía poco más de veinte años cuando escribió Speak Now, y todavía buscaba su voz como artista y mujer adulta. Aquí, se mantiene fiel a las canciones originales, todas compuestas por ella misma mientras estaba de gira, y también es leal a la versión más joven de sí misma. Rinde homenaje a sus influencias de entonces, como Fall Out Boy y Hayley Williams de Paramore, con quienes se reúne para las revisiones de temas como “Electric Touch” y “Castles Crumbling”, respectivamente. Y, aunque sus colaboradores de los últimos tiempos Jack Antonoff y Aaron Dessner ocupan el lugar del productor Nashville Nathan Chapman, los arreglos siguen sonando cálidos y cristalinos, y apuntan al pop maximalista que Taylor terminaría abrazando inevitablemente. Hoy sabemos que el siguiente paso llegaría con Red en 2012, pero estas canciones ya permitían adivinar las promesas que se ocultaban tras el horizonte. El encanto de Speak Now se basa en su habilidad para capturar emociones complejas de manera sencilla. En él, se muestra vulnerable y empoderada al mismo tiempo (“Mean”), o todavía inocente, pero sabiendo asumir responsabilidades (“Dear John”). Es lo suficientemente sabia como para lamentar sus errores (“Back To December”), pero no está tan de vuelta de todo como para no ver virtudes en los demás (“Innocent”). La madurez no es más que un camino a la independencia (“Speak Now”). También llora cuando llega a la soledad de su nuevo apartamento, no tanto por la añoranza del hogar en el que creció, sino por la certeza de que ya nunca podrá podrá volver atrás (“Never Grow Up”). El sonido del disco es amplio, pero los detalles son sumamente específicos. Hay un momento en el que Taylor confiesa que su rival debe pensar que está loca por su afición a hacer rimas con su nombre (el punk pop de “Better Than Revenge”). Ese equilibrio entre lo universal y lo particular, lo accesible y lo esotérico, la separa de otros artesanos del pop contemporáneo y la convierte en una referencia para cualquiera que esté tratando de procesar la avalancha de sentimientos que acompañan a la primera juventud. Más allá de la adolescencia, tampoco es difícil identificarse con Taylor Swift. Lo que la hace especial es su certeza de que todo el mundo pasa por los mismos desamores, incluso quienes nunca lo admitirían. En las notas de Fearless, habla del poder implícito de creer en los príncipes azules y los finales felices. En Speak Now, casi todos los príncipes azules resultan ser un fraude, y el único final feliz son las lecciones aprendidas y la fortaliza que se obtiene al enamorarse de ellos sin pensar en las consecuencias.