La Symphony No. 7 de Mahler quizás presente el mayor reto de las diez que escribió, no solo para el público, sino también para sus directores. Y es que la naturaleza episódica y los contrastes extremos de la partitura a menudo levantan una barrera difícil de superar. Sin embargo, Kirill Petrenko, aquí al frente de una soberbia Orquesta Estatal de Baviera, se recrea en este juego de opuestos, y en lugar de intentar equilibrarlos, celebra la riqueza y la ambición de la sinfonía. Su versión es un triunfo inapelable y demuestra que la Filarmónica de Berlín sabía lo que hacía cuando lo nombró su director titular en 2019. Petrenko nos convence de que estamos ante una de las grandes obras de Mahler a medida que despliega su compleja narrativa con emocionante cercanía y afecto.