- (Deluxe)

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Apenas transcurridos 40 segundos del tema de apertura “Boat”, Ed Sheeran revela el centro de gravedad de su sexto álbum: “They say that all scars will heal but I know/Maybe I won’t/But the waves won't break my boat” (Dicen que todas las cicatrices se curan, aunque sé/que las mías quizás no/Pero las olas no van a romper mi barca). Escrito a raíz y durante una época de profunda turbulencia, - es “un álbum sobre el dolor, la depresión y esas cosas”, como explica Ed Sheeran a Zane Lowe de Apple Music. “‘Boat’ habla de resiliencia, de que, aunque sepa que nunca voy a estar bien, voy a seguir flotando entre las olas. Puedes vivir alrededor del dolor, no tienes por qué superar nada. Nunca voy a sobreponerme a que Jamal (Edwards, fundador de SBTV y el mejor amigo de Sheeran) muriera a los 31 años. No quiero y no siento que tenga que hacerlo. Puedo llorar lo que me dé la gana”. Pero aquí no estamos ante un simple desahogo. Sus nuevas canciones intentan procesar lo ocurrido y son obra de un compositor que ha aprendido que el trauma y la ansiedad no son obstáculos que superar y enterrar, sino experiencias con las que convives y en las que, con suerte, puedes encontrar la fuerza que necesitas. “Es algo que noto mucho cuando mis amigos tienen problemas”, dice. “Siempre que hablas con alguien te dice que ya se siente mucho mejor. Y no me lo creo, porque no pienso que nadie llegue a estar curado en ningún momento. Pasa lo mismo con la depresión. No es un interruptor que puedas apagar para sentirte bien, sino algo que está siempre a tu alrededor, si no es un sitio, es en otro”. En - abundan los momentos de una tristeza sobrecogedora. “Eyes Closed” retrata a un Sheeran aislado y deshecho por la súbita muerte de Edwards, antes de que “Sycamore” nos lleve a la sala de espera donde se prepara para recibir noticias del tumor que han encontrado a Cherry Seaborn, su mujer, quien por entonces estaba embarazada. El optimismo llega cuando vuelve la mirada a su familia. La balada de piano “No Strings” celebra la fuerza que encuentra en su amor por Seaborn, mientras que la paternidad arroja luz cálida sobre las escenas domésticas de “Dusty”, cuyos versos hablan de los álbumes que escucha junto a su hija. “Cuando estás con tus hijos, nada importa, ni el dolor de la pérdida, ni la preocupación por la salud de Cherry, ni la depresión”, explica. “Después de pasar horas y horas ante el mural de Jamal (cerca de Acton, el barrio del oeste de Londres donde creció), lloraba hasta quedarme dormido. Pero a las seis de la mañana, mi hija me despertaba: ‘vamos a comer gachas, vamos a escuchar esto…’. Hay un interruptor que puedes encender para ponerte en modo padre. No quiero que mis hijas vean nunca que me siento así. Y menos ahora”. Sheeran ya había explorado sus episodios de depresión y ansiedad antes, pero pocas veces con una franqueza tan implacable. “Son cosas que aún siguen por ahí, no he terminado de procesarlas”, admite. “Siento que este es mi trabajo más humano. Odio cuando la gente dice que un álbum es el más personal que ha hecho, porque en mi caso todos los que he grabado son superíntimos. Lo que ocurre es que este es más incómodo, el más incómodo de todos”. Por eso parece apropiado que la música no oculte al artista en su momento más vulnerable. Sheeran trabajó con Aaron Dessner por recomendación de su amiga Taylor Swift, que había colaborado con el guitarrista de The National en folklore, evermore y Midnights. Juntos, han conjurado arreglos desnudos y delicados al mismo tiempo. Las melodías surgen del piano y las guitarras, con cuerdas y texturas electrónicas como lienzo para las reflexiones de Sheeran. Si - marca un regreso a sus raíces acústicas, lo hace de una forma diferente. Las ideas musicales de Dessner sirvieron de materia prima para que el cantautor diera rienda suelta a un torrente expresivo casi subconsciente. “No pensaba nada en absoluto. Escribía lo primero que se me ocurría y pasaba a la siguiente”, recuerda. “Un día, Aaron me mandó siete instrumentales y se los devolví listos en dos horas y media”. Son canciones íntimas que nos acercan más que nunca a una de las mayores estrellas globales del pop. “La música no es una falsificación”, dice. “Es por lo que sea que estés pasando en cada momento. Puede ser ‘Shivers’ o una canción de amor para bailar que escribes porque te sientes feliz; pero la música son emociones reales, es la vida real”.

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