Butterfly Lovers

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Chen Gang y He Zhanhao escribieron Los amantes mariposa en 1959, cuando la música clásica empezaba a considerarse un componente esencial de la educación cultural de la ciudadanía china. “Tienen ustedes que aprender muchas cosas de los países occidentales, y aprenderlas bien”, proclamó Mao en 1956 al inaugurar el Primer Festival Nacional de Música. Así, Los amantes mariposa era en esencia un concierto para violín en tres movimientos arreglado para orquesta tradicional, pero sus raíces armónicas se hundían en la tradición popular china. La partitura ha envejecido sin perder vigencia y hoy es parte fundamental del repertorio chino de conciertos. A pesar de su popularidad, Joshua Bell confiesa que no conocía la obra. “Cada vez que viajaba a China y hablaba con la gente, me decían que tenía que aprender Los amantes mariposa”, explica a Apple Music Classical. El violinista no solo siguió el consejo, sino que decidió grabarla según los arreglos de Yang Hui Chang y Ku Lap-Man para instrumentos chinos tradicionales. “La Orquesta China de Singapur me invitó a tocar hace como diez años”, recuerda, “y me enamoré de sus instrumentos. Tocamos arreglos de clásicos para violín: Zigeunerweisen de Sarasate, Introducción y rondó caprichoso de Saint-Saëns y la ‘Meditación’ de la ópera de Massenet Thaïs”. Aquí, estas tres piezas acompañan su versión de Los amantes mariposa. Basada en una leyenda del siglo IV d. C., Los amantes mariposa cuenta la trágica historia de amor de Liang Shanbo y Zhu Yingtai. El concierto sigue los pasos de sus protagonistas, que emprenden el camino con el evocador solo de flauta que termina convirtiéndose en el tema principal del violín. Esta primera melodía anticipa el final de la historia, cuando solo la muerte puede unir a Zhu y Liang. “Al final, todos los instrumentos tocan el tema en un unísono conmovedor”, dice Bell. “Se me pone la piel de gallina solo de pensarlo”. Sin embargo, no pretende que su violín se esfuerce por dejar de sonar occidental. “Trato de reflejar la influencia de la música y el estilo chinos”, aclara, “pero no quiero imitarlo directamente y convertirme en un intérprete de erhu, porque no sería más que una mala copia”. “Lo maravilloso de la música es que nos permite celebrar otras culturas y al mismo tiempo entregarle parte de nuestra identidad”, dice. “Hay tanta división en el mundo que lo último que necesitamos es separarnos todavía más y agravar el aislamiento cultural. Esta me parece una manera bonita de encontrar un espacio común”.

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