Bach: Goldberg Variations

Bach: Goldberg Variations

Las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach han marcado un hito en las carreras de numerosos teclistas y, con su nuevo álbum, Lang Lang, probablemente el pianista más mediático del momento, ha decidido sumarse a la larga lista. “Me enamoré de la pieza cuando vi un vídeo de Glenn Gould”, explica a Apple Music. Fue en 1992, cuando Lang Lang apenas tenía 10 años, y la grabación de Gould era de 1981. Como otros muchos aficionados, Lang Lang prefiere esta versión a la clásica de 1955. “Me sentí abrumado por su interpretación”, dice. “Nunca se me había ocurrido que se pudiera tocar a Bach con tanto staccato, tan despacio y con esa combinación de belleza y extrañeza. Y qué decir de los monumentales contrastes… En algunos pasajes toca tan rápido que parece que estás escuchando el sonido de un ordenador. Le dio la vuelta por completo a todo lo que creía saber sobre Bach”. Así que el adolescente pianista no tardó en aprenderse las variaciones. Publicadas en 1741, las Variaciones Goldberg constan de un aria que abre y cierra 30 variaciones de extraordinario ingenio y complejidad que se suceden a lo largo de más de una hora. Bach escribió la partitura para clave y, aunque han sido muchos los músicos que las han llevado al piano, incluso Lang Lang confiesa que hay momentos en los que es difícil olvidar el carácter del instrumento original. “Hay unas cuantas variaciones, la número 15 por ejemplo, con un tono tan agudo que no suenan a piano. Hoy mismo estaba ensayando un rato y no me sonaba a piano en absoluto”. En su caso, la estrategia fue regresar a las raíces. “Tenemos que aprender la pieza desde la perspectiva del estilo de Bach, por eso he estado trabajando con Andreas Staier (clavecinista alemán) los últimos tres años”, dice. “Había un montón de cosas que quería hacer, como tocar con más legato o con más ornamentaciones, pero no sabía por qué lo quería hacer. No estaba seguro de si lo que estaba haciendo era correcto o no. Bach no es un compositor romántico con el que puedas fiarte solo de tus emociones. Es una pieza muy desnuda”. En este trabajo, Lang Lang reúne dos interpretaciones distintas, una en el estudio y otra en directo, en la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, donde Bach trabajó como cantor durante 27 años. “El plan original era grabar solo en el estudio. No pensaba que una grabación en directo fuese factible como lanzamiento comercial, pero disfruté mucho tocando en ese espacio. La acústica es única, porque no suena como una sala de conciertos, sino que era casi como meterse en una máquina del tiempo. Tiene un sonido muy de vinilo. Y si hay gente en la iglesia, suena todavía mejor. Y, por supuesto, cosas mágicas suceden cuando estás cerca de la tumba de Bach…”. Las Goldberg de Lang Lang son de alcance épico, llenas de contrastes dramáticos y tempos extremos. La famosa variación número 25, por ejemplo, dura tres o cuatro minutos más de lo habitual, pero la concentración y el aplomo de Lang Lang son capaces de convencer a cualquiera. Su marcada personalidad musical es evidente en cada una de las notas. Y aunque las dos versiones no son drásticamente diferentes, la grabación en directo es algo más rápida. “En directo soy mucho más espontáneo. Pero en el estudio había que tomar decisiones y tuve mucho tiempo para darle vueltas a las cosas”. Lang Lang ha hablado muchas veces de su búsqueda de una relato tras la música que toca y las Variaciones Goldberg tienen su propia historia, seguramente apócrifa. Según la leyenda, Bach las escribió para un aristócrata ruso que padecía de insomnio, el conde Kaiserling, que las escuchaba en la cama, con Johann Gottlieb Goldberg al clave, con la esperanza de conciliar el sueño. El pianista no tiene problemas en añadir elementos a la historia. “El aria está ahí para hacerte dormir, pero creo que Bach pronto dejó de pensar en sueño y se lanzó a crear una fantasía salvaje. La variación 16 podría despertar a cualquiera, y entre la 26 y la 29 es imposible permanecer dormido. ¡Son casi como un despertador!”. El regreso del aria tras tan largo viaje es uno de los momentos más extraordinarios de la historia de la música. “Cuando llegas al aria, tus dedos todavía tienen en la memoria todo lo que ha ocurrido antes”, dice Lang Lang. “Dejas que salga todo, que la música te arrastre. El final es como navegar en un barco de vela. Después de un gran viaje, dejas que sea el viento quien te lleve. De eso se trata”. Y al llegar a puerto, el pianista y su público ya no son los mismos que al principio.

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