ATUM

ATUM

La culminación de la trilogía que completan Mellon Collie and the Infinite Sadness (1995) y Machina/The Machines of God (2000) condensa la compleja historia musical de Smashing Pumpkins. Pocos artistas tienen las ganas de ir más allá de Billy Corgan, quien se mueve como pez en el agua en los caminos de lo grandilocuente. El resultado de su ambición es ATUM, una obra épica con tres actos y 33 canciones. La perfección de esta obra puede parecer un trabajo rutinario para el talento de Corgan aunque resulta impensable en la discografía de muchos de sus contemporáneos. Este majestuoso proyecto de ópera rock se ha cocinado a fuego lento. Empezó a ensamblarse en 2018, con la vuelta del guitarrista James Iha. La banda se reencontró entonces con sus raíces alternativas en SHINY AND OH SO BRIGHT, VOL. 1. Las referencias intergalácticas de “Alienation”, uno de los temas que Corgan estrenó en su podcast Thirty-Three, supusieron un paso decisivo a la hora de solidificar el universo del álbum. Durante casi dos horas y media, ATUM despliega un complejo mosaico de distopías, desde los peligros de la tecnocracia y el fatalismo a los ataques consentidos contra la libertad de expresión. Aunque, su significado queda abierto a interpretaciones. Para disfrutar el álbum no es necesario seguir la historia de Shiny, una estrella del rock recién regresada de su exilio espacial. El protagonista no es más que el espejo donde Corgan refleja sus luchas internas contra su propia mitología. A través de Shiny se exploran monumentales paisajes de space rock con ayuda del pianista Mike Garson, colaborador habitual de David Bowie. Los sintetizadores de época que recorren todo el álbum tejen una atmósfera gótica sobre canciones como “With Ado I Do” y “Fireflies”, que evocan el electropop seductor de CYR. Los tensos arreglos de “Space Age” y “The Canary Trainer” evocan las baladas más luminosas del soft rock de los 80. Al contrario de los Pumpkins de 1993, los tintes progresivos de “The Culling” y “Sojourner” se acercan al AOR clásico de grupos como Styx. En el otro extremo, la banda no ha renunciado al rock de guitarras, de los ecos de Gish que suenan en la turbia psicodelia de “Empires” al brillo metálico de “Beguiled” y “Beyond The Vale”. En “Harmageddon”, uno de sus temas más contundentes, se acercan al thrash metal por primera vez en su carrera. El tono reflexivo de las canciones de Corgan es la clave de un álbum que combina maximalismo conceptual con ganas de pasarlo bien.

Disco 1

Disco 2

Disco 3

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