La música de Oliver Davis brota invención y color. Así, Arcadia ofrece un panorama cautivador del talento del compositor para crear obras orquestales tan íntegras como accesibles. El alegre movimiento de apertura de Infinite Ocean, una pieza compuesta para el Ballet de San Francisco que combina sin esfuerzo aparente el arrojo del barroco italiano con un latido contemporáneo. Gemini, para violín solista y orquesta, se mueve entre el romanticismo y las raíces folclóricas. La Suite for Piano and Orchestra recuerda tanto a Debussy como a Bach, y su movimiento final es un guiño a Shostakovich en su versión más lírica. Lo mejor, sin embargo, queda para el final.