

En cuanto ANTI vio la luz, se hizo evidente que no estábamos ante la Rihanna que conocíamos. La artista, que había abandonado la discográfica de siempre y la infalible fórmula comercial que llevaba perfeccionando desde 2005, se sentía ajena a las expectativas y con la libertad de cultivar su propia mística y reimaginar el sonido del pop moderno. La evolución empieza por una voz más audaz que nunca, de los gemidos aguardentosos del mensaje de voz de madrugada “Higher” a la humeante versión de “New Person, Same Old Mistakes” de Tame Impala. “Work” es una celebración de su ascendencia caribeña, “Needed Me” otra carta de despedida para la historia y “Sex With Me” una irresistible crónica erótica. Las canciones se inspiran a menudo en estilos del pasado a los que dota de una sensibilidad contemporánea, como logra con el doo-wop de “Love on the Brain” o los guiños a Prince de la sedosa balada “Kiss It Better”. Sin embargo, todo suena plenamente moderno y singular, como un plan estratégico para conquistar el pop del siglo XXI.