“No me tomo descansos, nunca”, confiesa ROSALÍA a Apple Music. “Pienso que, para funcionar a cierto nivel y conseguir resultados, tienes que sacrificarte”. Al escuchar MOTOMAMI, su esperado regreso tras un álbum tan premiado y alabado como EL MAL QUERER, está claro que el sacrificio de la estrella catalana ha merecido la pena. “Casi siento que desaparecí porque lo necesitaba”, dice de un proceso que corrió en paralelo a una fama cada vez mayor. “Tenía que concentrarme, poner toda mi energía y llegar al centro de las cosas para crear”. Al mismo tiempo, encontró inspiración en ciudades tan vibrantes como Los Ángeles, Miami y Nueva York, a las que reconoce como influencias de su nuevo trabajo. Más allá de las fuentes que lo inspiraron, MOTOMAMI refleja una evolución asombrosa. La transformación de ROSALÍA de renovadora del flamenco en estrella de talla internacional (como demuestran sus colaboraciones con Bad Bunny, Billie Eilish, Oneohtrix Point Never y otros referentes globales) es el reflejo de una metamorfosis artística. Su talento para moverse por los estilos más diversos y hacerlos suyos aumentó las expectativas frente a su tercer larga duración, pero ROSALÍA ha resistido la tentación de las prisas. “No quería hacer un álbum simplemente porque tocara”, dice al tiempo que explica que solo las mezclas y el diseño visual llevaron meses. “No trabajo así”. Tres años y medio después de EL MAL QUERER, su música suena aún más revolucionaria que entonces. Del reggaetón ruidoso y audaz aunque plenamente reconocible de “SAOKO” al latido de la austera “CHICKEN TERIYAKI”, que recuerda a Yeezus, MOTOMAMI ilumina con mayor claridad todavía un modus operandi que pone el elemento femenino al mando. Su perspectiva tiene filo político, pero es también permisiva y juguetona, una combinación que humaniza el álbum y lo convierte en el más personal de los tres que ha grabado. “Quería encontrar una manera de que mi sentido del humor estuviera presente”, dice. “Es casi como pintar un autorretrato de quién eres, cómo te sientes y qué piensas en un momento determinado”. Las cosas cobran una nueva profundidad y toman direcciones inesperadas en el espartano punk funk electrónico del tema que da título a este trabajo y en la febril “BIZCOCHITO”. Y hay más giros sorprendentes. “HENTAI” es una balada bilingüe que hipnotiza antes de sobresaltar con ráfagas de percusión electrónica, y “LA FAMA”, su desconcertante colaboración con The Weeknd, funde ritmos tropicales con minimalismo de vanguardia. El resultado es una de las declaraciones artísticas más singulares de la década.