Inmune a modas y momentos culturales, el thrash se ha mantenido como refugio de las esencias metálicas desde que sacudió los cimientos de una escena anquilosada a comienzos de los 80. La década de 2010 fue especialmente fructífera para el género. Por un lado, clásicos de la talla de Kreator o Slayer recuperaron el vigor de sus primeros tiempos con “Satan Is Real”, “Cast the First Stone” y otros trallazos definitivos. Por el otro, bandas nacidas en el nuevo milenio como Warbringer o los catalanes Crisix pusieron un punto de irreverencia y espíritu punk en canciones que dan una vuelta de tuerca a la herencia recibida sin traicionarla.