Con una mirada clavada en la totalidad de la música, Masur pasó a la historia a finales del 2015. Sin glamour ni desdicha, trabajando vorazmente, se convirtió en una de las figuras más importantes de la dirección de orquesta de las últimas décadas. Su talento se pulió por 26 años en la Orquesta del Gewandhaus de Leipzig, logrando arrebatar suspiros por su enfoque a las obras con expresión humanística, sobre todo en interpretaciones de Mendelssohn y obras corales. Su talento lo llevaría a dirigir a la Orquesta Filarmónica de Nueva York, y más adelante regresaría a Europa para terminar su ciclo.