La tercera colaboración orquestal entre Miles Davis y Gill Evans encierra algunos de los solos más expresivos y evocadores del trompetista. La pieza central es el adagio del “Concierto de Aranjuez” de Joaquín Rodrigo, transportado al jazz por los arreglos de Evans y con la trompeta de Davis en su expresión más melancólica. Más allá de la melodía peruana de “The Pan Piper”, el resto del álbum también gira alrededor de la música española, especialmente la final “Solea”, en la que Evans adapta sutilmente los ritmos flamencos al idioma del jazz.