Conocida por su técnica deslumbrante y presencia escénica, la pianista georgiana-francesa Khatia Buniatishvili es una intérprete cuyas actuaciones suelen dividir a la opinión pública. A veces, su velocidad temeraria sugiere un desentendimiento de la narrativa dramática y en otras ocasiones, encanta con una poesía no forzada, revelando un instinto musical que va más allá del mero sensacionalismo. Buniatishvili nació en 1987 en Batumi, Georgia, cerca de la costa del Mar Negro (entonces todavía parte de la Unión Soviética), y debutó en público con la Orquesta de Cámara de Tiflis a los seis años. Tras estudiar en Tiflis y Viena, pasó a ser artista exclusiva de Sony Classical en 2010. Algunas grabaciones hacen hincapié en su enfoque virtuoso del gran repertorio romántico, desde su álbum debut de Liszt (2011) que a menudo prioriza el regocijo sobre la lucidez, sobre todo en los relatos más bien unidimensionales de la Sonata en si menor (1853) y el Vals de Mefisto no. 1 (1862), hasta aproximaciones más exitosas en el Concierto para piano no. 2 (1901) y el no. 3 (1909) de Rachmaninoff, junto a la Orquesta Filarmónica Checa y Paavo Järvi (2017). Una serie de discos de repertorio mixto como Motherland de 2014, Kaleidoscope de 2016 y Labyrinth de 2020, revelan otros aspectos de la personalidad musical de Buniatishvili, con algunas joyas de gran belleza lírica.