El 29 de mayo de 1913 se estrenó La consagración de la primavera, el ballet que el empresario Serguéi Diáguilev comisionó a Igor Stravinsky y cuya primera representación, en París, contó con Vaslav Nijinsky, la estrella de la compañía Ballets Rusos. Esta creación musical de 35 minutos ha perdurado en el tiempo gracias a su fuerza: una explosión de sonoridad ofrecida por una orquesta numerosa cuya crudeza, originalidad y poder rítmico redefinirían la música moderna. “Solía ser un monstruo aterrador”, comenta a Apple Music Classical el director Esa-Pekka Salonen, quien asumió el desafío de grabarla en 1990 por vez primera. Ahora, respaldado por la Sinfónica de San Francisco, el finlandés reaviva su poderío latente en una interpretación renovadora. “La Sinfónica de San Francisco tiene un fuerte vínculo con Stravinsky, comenzando con Pierre Monteux”, agrega. Monteux dirigió su presentación en 1913 y después se convirtió en el director titular de la orquesta. “La consagración de la primavera no debe ser un mero espectáculo”, puntualiza Salonen. “No me rendiré hasta encontrar el peligro y el glorioso primitivismo de esta partitura”, concluye.