El sarcasmo de C.V. Jørgensen supera la barrera del idioma a tal grado, que es posible descifrar su inquebrantable danés por la claridad de su sonido. Y es que, a pesar de lo pop de su folk y de lo digerible de su rock, el carácter de su obra puede adivinarse en cada melodía de este álbum de nutridos efectos. Así, alimentado por una variedad de influencias casi selvática, Jørgensen pinta y disfruta sobre una suerte de sinfonía autónoma que transmite al oyente esa sólida y peculiar musicalidad.