Ningún director mozartiano ha suscitado tanta controversia como este agitador belga. Aunque ha empleado instrumentos de época en sus orquestas, como en "Las bodas de Figaro", sus interpretaciones intensas, explosivas y salvajes raramente se apegan a las típicas convenciones del refinamiento clásico. Jacobs ha comparado sus grabaciones con el teatro radiofónico, un concepto que se manifiesta en el arsenal de trucos de sus cantantes, que silban y ríen como forma de embellecer sus líneas vocales. Si prefieres las interpretaciones tradicionales, su catálogo también incluye obras de Bach y Handel.