Francia le debe varias de sus canciones más queridas a la sensibilidad poética de Georges Moustaki. Nacido en Alejandría, el joven Moustaki se mudó a París a los 17 años y comenzó a cantar en clubes nocturnos, donde fue descubierto y apadrinado por Georges Brassens. Al poco tiempo, ya escribía canciones para los más grandes artistas franceses de la época. Aunque sus composiciones alcanzaron mayor fama en las voces de cantantes como Édith Piaf y Serge Reggiani, fue en los temas que él mismo interpretó donde más lució su ingenio musical y pasión por la vida.