Como reflejo del mestizaje entre las raíces indígenas y el costumbrismo colonial, la música mexicana es rica y abundante. Ritmos antillanos conviven con orquestaciones europeas en apasionados danzones, mientras que el arpa, el violín, la jarana y la guitarra acompañan bailes folklóricos con huapango o son jarocho. Con bravura e ímpetu, los mariachis interpretan sones, jarabes y rancheras. Los acordeones, alientos y percusiones revelan la influencia de la polka en géneros como la banda y el norteño, los cuales han ganado muchísima fuerza en los últimos años. Todos estos estilos regionales forman parte de la riqueza cultural del país, al mismo tiempo que cuentan su historia acompañados por versos que expresan la voz del pueblo. Las letras profundas y pintorescas de la música mexicana no sólo le cantan al amor o al desamor, sino también a un pueblo que, a pesar de las condiciones de adversidad, se llena de orgullo por haber nacido en esta tierra. Desde hace más de un siglo, los corridos narran historias de personajes ficticios y verídicos en acontecimientos importantes como la Revolución mexicana. Por otra parte, las rancheras expresan los sentimientos de los hombres y las mujeres del campo, desde la felicidad que se vive en sus fiestas tradicionales hasta el dolor que sienten en sus momentos más sombríos. Actualmente, las letras reflejan la realidad de un país que se distingue por su alegría, folklore y diversidad cultural.