Poeta apasionado del corazón y maestro de su oficio, Tchaikovsky creó una gran variedad de obras maestras como sinfonías, conciertos, óperas y ballets, por mencionar algunas. Nacido en 1840 en el seno de una familia no dedicada a la música, inició una formación como funcionario contra su voluntad para después inscribirse en lo que hoy es el Conservatorio de San Petersburgo y convertirse en uno de sus primeros graduados en composición. Bajo la dirección de Balákirev, líder del grupo de compositores nacionalistas llamado Los Cinco, reescribió la pieza que se convertiría en su primera gran obra maestra, Romeo y Julieta (estrenada en 1870 y revisada en 1880). Su innovador Concierto para piano no. 1, aunque despreciado por el pianista que él quería que la interpretara, contribuyó a consolidar su fama internacional con su exitoso estreno mundial en Boston de 1875. Igual de vanguardista fue su ópera Eugenio Onegin (concluida en 1878) con su memorable “escena de la carta”. En sus ballets El lago de los cisnes (estrenado en 1877), La bella durmiente (terminado en 1889) y El cascanueces (completado en 1892), elevó el género a niveles inigualables, siendo cada pieza un modelo de coherencia sinfónica con melodías seductoras y orquestación inventiva. También compuso obras como las Variaciones sobre un tema rococó (escrita en 1876) y la ópera La dama de picas (concluida en 1890), que celebran un siglo XVIII idealizado en homenaje tanto a su adorado Mozart como a la arquitectura señorial de San Petersburgo. En 1893, en el apogeo de su fama, Tchaikovsky cayó enfermo y murió de manera inesperada, sólo unos días después de haber dirigido el estreno de su trágica Sinfonía no. 6, conocida como la Patética.