James Levine, que dirigió un total de 2552 funciones como director musical de la Ópera Metropolitana de Nueva York, nació en Cincinnati en 1943, hijo de un violinista y una exactriz de Broadway. Levine, un prodigio en el piano, interpretó el Concierto para piano n.º 2 de Mendelssohn (1837) con la Orquesta Sinfónica de Cincinnati a los 10 años, pero durante su adolescencia se sintió más atraído por la dirección. Desarrolló una carrera que conservó un lugar importante para la enseñanza, particularmente en el Festival de Ravinia en Illinois, el hogar veraniego de la Orquesta Sinfónica de Chicago. Levine apareció en el Met por primera vez en 1971, dirigiendo Tosca de Puccini (1900). Cinco años más tarde, comenzó su periodo de 40 años como director musical, dirigiendo él mismo muchas de las actuaciones de la compañía en un amplio repertorio, con Verdi y Wagner como destacados. El estilo de Levine favorecía una naturalidad expansiva que atraía fuertemente al público en óperas tan diferentes como la chispeante comedia de Verdi Falstaff (1901) y la magnífica El caballero de la rosa de Strauss (1910). Un evento importante fue la puesta en escena de la Ópera Metropolitana, en 1999, de la obra modernista de Schoenberg Moisés y Aarón (1932). Levine elevó los estándares orquestales de la compañía a un nivel de clase mundial y además, dirigió a los músicos en una serie de conciertos iniciados por él en el Carnegie Hall, mientras los cantantes apreciaban sus habilidades de acompañamiento durante sus actuaciones. Levine también fue el director musical de la Orquesta Sinfónica de Boston de 2004 a 2011 y continuó apareciendo regularmente como invitado con las orquestas Filarmónica de Berlín, Filarmónica de Viena y Orquesta Estatal Sajona de Dresde. Sus últimos años se vieron empañados por problemas de salud, incluida la enfermedad de Parkinson que sufrió antes de su muerte en 2021.