Anton Bruckner

La fe católica de Bruckner, intensamente devota, le sostuvo durante las crisis mentales, los años de soledad y abandono e incluso fue el centro de las dos vertientes principales de su obra: las sinfonías y la música coral religiosa. Nacido en la Austria rural en 1824, se educó principalmente en el monasterio de San Florián, donde se reconocieron y fomentaron sus talentos musicales. En particular, se destacó como organista. Su fuerte sentido de la vocación artística lo llevó a Viena donde, durante algún tiempo, su música fue ridiculizada o ignorada, sobre todo por su fidelidad a Richard Wagner. Fue hasta que cumplió 60 años que las cosas cambiaron y Bruckner empezó a ser reconocido como un visionario y un pensador original. Sus sinfonías se han comparado con catedrales sonoras, aunque también contienen un fuerte sentimiento por la naturaleza y la música folclórica austriaca. Desde su muerte en 1896, su obra ha seguido dividiendo opiniones, pero también ha sumado apasionados defensores, empezando por Mahler, su amigo más joven.