Grabado en sólo cuatro días con su guitarra como único acompañamiento, el debut de Joan Baez tiene la frescura de un concierto entre amigos. La voz es penetrante y casi insoportablemente clara. La música es cálida, íntima y al mismo tiempo extrañamente poderosa. Aparte del “El Preso Número Nueve” de Roberto Cantoral, que cierra el LP original con un tributo a las raíces mexicanas de los Baez, todas las canciones son tradicionales, pero en este contexto suenan tan nuevas como las noticias de la mañana.