Las sonatas y las partitas para violín solo de Bach son piedras de toque en el repertorio del instrumento, obras tan bellas como misteriosas que llevan al límite las técnicas y el talento de los mejores solistas. También parecen partituras escritas expresamente para Giuliano Carmignola, uno de los grandes intérpretes barrocos de la actualidad. Sus versiones despiden una seductora libertad rítmica que resalta la espontaneidad de la música y una expresividad que nace del alma. El presto de la Sonata n.º 1 (Sonata for Violin Solo No. 1), uno de los movimientos más emocionantes de Bach, es un viaje trepidante, mientras que la tierna zarabanda de la Partita n.º 1 (Partita for Violin Solo No. 1) canta y suspira. Por último, la chacona de la segunda partita, un asombroso conjunto de 32 variaciones de 14 minutos, emerge gloriosa, noble y majestuosa como un milagro de la música barroca.