HIT ME HARD AND SOFT

HIT ME HARD AND SOFT

Billie Eilish es experta en el arte de subvertir las expectativas. Aun estando al tanto de esto, su nuevo álbum genera la sorpresa de un meteorito que estalla sobre la tierra con una fuerza inusitada. Un proyecto amplio tanto en su visión estilística como en su capacidad para transportarnos a mundos desconocidos, HIT ME HARD AND SOFT brilla con la valentía y teatralidad de una artista que tiene al mundo rendido ante sus pies, y lo sabe. En sólo 45 minutos, Eilish cumple con la promesa del título (“Golpéame con fuerza y suavidad”) y arremete con imitaciones abrasadoras, excursiones de trance, un tributo a los placeres de la cultura queer y temas aterciopelados con guiños a las baladas de amores resquebrajados y el jazz en sus afectaciones más cercanas al lounge. Pero el disco nunca pierde su coherencia interna gracias a la presencia de Eilish: la vulnerabilidad de su cantar, la sabiduría de sus letras y una notable capacidad para lograr que la suavidad suene gigantesca. HIT ME es el tercer disco de la cantante; que como los dos anteriores, fue grabado junto a FINNEAS, su hermano y socio creativo. Cuando lo conceptualizaron, quisieron crear un disco para que sus fans se sintieran en un universo alternativo. Al final, ese universo terminó teniendo puntos en común con el de su histórico debut, WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO? (2019). De muchas maneras, este proyecto suena más como una secuela de Happier Than Ever (2021), que según la cantante fue grabado durante la nebulosa depresiva de la pandemia. En los tres años que transcurrieron desde entonces, trató de regresar a sí misma: saliendo, compartiendo momentos con amistades, hablando con mayor franqueza sobre el sexo y la identidad, todo lo que la hace sentir auténtica y un poco más normal. Este proceso parece haber funcionado. En canciones como “THE DINER” y “CHIHIRO”, la cantante regresa a su lugar creativo más feliz, desempolvando la sensibilidad gótica y oscura que se convirtió en su sello distintivo, pero amplificándola para que parezca novedosa. Esa misma estética sirve como trampolín para explorar nuevas sensaciones: “L’AMOUR DE MA VIE” pasa de balada jazz a montaña rusa de trance y autotune, mientras que “BITTERSUITE” combina bossa nova con una muralla de sintetizadores cinematográficos. En su faceta de compositora, Eilish está al tanto de sus vulnerabilidades, pero a los 22 años, con un garage repleto de premios GRAMMY y Oscar, esta fragilidad es más liviana que antes. Ahora son los dramas del corazón, no las inseguridades, los que la mantienen despierta durante la noche, y ese cambio beneficia a las canciones. “LUNCH”, tema bailable con una espectacular línea de bajo, habla de enamorarse tan intensamente de una mujer que su encuentro se parece a un banquete: “I’ve said it all before, but I’ll say it again/I’m interested in more than just being your friend”, canta. La letra trasciende el coqueteo sensual. Representa una manera de regresar a las luces; más madura, completa y siendo la mejor versión de sí misma.

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