Louis Armstrong siempre admitió una deuda de gratitud con King Oliver, una figura casi legendaria que se convirtió en maestro y mentor del joven trompetista durante la década de 1920. Este álbum recoge grabaciones de 1923 y 1924, cuando Armstrong figuraba como segundo cornetista en la banda de Oliver. Esta es música extraordinariamente vibrante que, a pesar de la rudimentaria tecnología con la que se registró, casi cien años después llega a nuestros oídos con irresistible vitalidad.