El paisaje de Baja California impregna muchas de las canciones del tercer álbum de Carla Morrison, especialmente en detalles como las luminosas guitarras de “Un Beso” o el pop entre el sueño y la vigilia de “Flor Que Nunca Fui”. Más allá, su voz alcanza momentos de éxtasis casi sobrenatural en “No Vuelvo Jamás” y su particular visión artística justifica plenamente las comparaciones con Björk que marcaron el inicio de su carrera. Pero, antes que cualquier otra cosa, Amor Supremo es una declaración de independencia creativa.