Pietro Mascagni, un estudiante de música aparentemente indiferente en Milán, se había asentado en la vida como profesor de música cuando en 1889 se presentó a un concurso para nuevas óperas en un solo acto. Y ganó con la obra por la que se le conocerá eternamente, Cavalleria Rusticana. La partitura, una historia tórrida de amor y justicia ruda en un pueblo siciliano, se convirtió en un éxito de la noche a la mañana y los principales teatros de ópera del mundo la incluyeron en su repertorio. Ahí ha permanecido desde entonces, normalmente acompañada de Pagliacci (1892) de Leoncavallo en un programa doble que define el género operístico conocido como verismo: drama de los bajos fondos, presentado de forma realista y con un gran impacto emocional. Nacido en 1863 en Livorno, Mascagni llegó a escribir 15 óperas y una opereta, con éxitos considerables como L'amico Fritz (1891), Iris (1898) e Il piccolo Marat (1921), que demuestran que era algo más que un artista de un solo éxito. Sus intentos posteriores de erigirse como guardián de la verdadera (es decir, conservadora) música italiana bajo el régimen fascista de Mussolini empañaron su reputación. Desde la muerte de Mascagni en 1945, sólo Cavalleria Rusticana ha florecido fuera de Italia.