Stravinsky comparó la mente de Ravel con un reloj de manufactura suiza. Pero detrás de su exquisita y refinada superficie, la música de Ravel también puede transmitir pasiones oscuras y melancolía profunda. Nació en Ciboure, Francia, cerca de la frontera con España, en 1875. Fue descendiente en parte del pueblo vasco, un hecho del que estuvo siempre orgulloso. Estudió en el Conservatorio de París, pero enfrentó al profesorado, lo que provocó su expulsión en 1895. Se le readmitió dos años más tarde y su nuevo maestro, Fauré, resultó ser tan comprensivo como inspirador. Junto con su contemporáneo Debussy, integró un grupo artístico conocido como Les Apaches que causó controversia, pero su fracaso luego de cinco intentos para ganar la codiciada beca del Prix de Rome, se convirtió en un escándalo nacional. Aunque compuso pausadamente, Ravel produjo un flujo constante de obras maestras en varios géneros, especialmente en la ópera, incluyendo la extrañamente mágica El niño y los sortilegios (1925), música de cámara y orquestal como La Valse (1920) y su Bolero (1928), así como piezas para piano solista. Su afición por las atmósferas exóticas, frágiles y oníricas le ganó el calificativo de impresionista, aunque a él le desagradaba. En la década de 1930, Ravel comenzó a sufrir demencia y su salud mental continuó deteriorándose hasta su muerte en 1937.