Beethoven, una de las fuerzas creativas más poderosas de la música clásica, nació en Bonn, Alemania, en 1770, de padre tenor. Tras impresionar a la nobleza local y al público con su talento como pianista e improvisador, se instaló en Viena en 1792. Estudió con Haydn y otros talentos notables para desarrollarse como músico y compositor. Su maestría interpretativa y profundidad emocional, sumadas a la energía rítmica de su música, pronto le hicieron famoso en toda Europa. En 1804, terminó la tercera de sus nueve sinfonías, Heroica, y con ella amplió enormemente las dimensiones del género. Durante los 10 años siguientes, Beethoven completó otras cinco sinfonías (no. 4 a 8), cuatro conciertos (dos para piano, incluyendo el conocido como Emperador, así como el Triple y otro para violín), su única ópera llamada Fidelio, en la que trabajó alrededor de una década, y otras obras orquestales tanto de cámara como para piano. Aunque su creciente sordera puso fin a sus presentaciones como pianista, se dedicó a la composición. Completó algunas de sus mejores obras antes de su muerte, en 1827, incluyendo la Novena Sinfonía con un final coral sin precedentes, una Missa Solemnis en re mayor, op. 123 para coro y orquesta e incluso una secuencia final de cuartetos de cuerda (no. 12 a 16) y sonatas para piano (no. 27 a 32).