Scriabin comenzó a escribir influenciado por Chopin, pero, en la primera década del siglo XX, evolucionó hacia un lenguaje musical que aún es admirado por talentos de la composición e intérpretes. Nacido en Moscú el 25 de diciembre de 1871 (según el calendario juliano utilizado en Rusia), creció en una cultura que coincidía con un movimiento de filosofías y religiones alternativas, como la teosofía y el simbolismo. Muchas de estas ideologías afirmaban que la música tenía la capacidad de transformar espiritualmente a su público. Al igual que múltiples de sus colegas, Scriabin se vio a sí mismo como un mesías musical cuya tarea era redimir a la humanidad con una obra maestra definitiva, Mysterium. Esto nunca se cumplió porque murió en 1915 de septicemia. Sin embargo, dejó un legado de composiciones inspiradas en sus creencias, especialmente varias sinfonías y piezas para piano. Entre ellas, destacan “Le Poème Divin” (1904), Piano Sonata No. 3 in F-Sharp Minor (1898) y la magnífica trilogía final completada en el verano de 1913.